Julieta Petracca, la joven que denunció públicamente a su ex pareja, el filósofo Dante Augusto Palma. Dijo que al principio de la relacion, “no me daba cuenta de la violencia que ejercía sobre mí”.
En Radioactivos, revelo que muchas veces tambien la engañaba con menores de edad.
Escuchá la nota completa que Julieta os permitio realizar aquí y decí vos también #NiUnaMenos: http://fmsolds.com/1Wzgpur
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Comparto la historia que escribí para algunos grupos en contra de la violencia y el maltrato psicólogico. Creo que quedó claro que no me importan los mensajes de aquellos que intenten silenciarme, no tengo miedo de exponerme de esta manera porque esta es la manera en la que me siento. Pienso sinceramente que mi historia podría prevenir a otras compañeras. Beso.
Me cuesta mucho escribir esta historia, porque debido a que lo que pasó es muy reciente y el dolor es muy grande, no estoy segura de estar tomando decisiones con claridad.
Me llamo Julieta, tengo 21 años. Muchos amigos y compañeros me sugirieron compartir mi historia en esta página, a cuyos administradorxs les agradezco que me recibieran y me dieran tanto apoyo.
En marzo del 2015 empecé una relación con Dante Palma. Para quienes no lo conocen, es un filósofo de 38 años conocido por formar parte del panel de 678. Nos conocimos a través de las redes y después de la primera vez que nos vimos, la relación de tornó seria y formal enseguida. Él no paraba de decirme lo especial que era para él, que nunca había proyectado tantas cosas con una mujer y que, incluso, si en algún momento se diera, quería vivir conmigo y formar una familia. Yo estaba cegada por una relación intensa que en un principio me hizo muy feliz, pero que desde el comienzo tuvo maltratos que yo no fui capaz de reconocer hasta mucho tiempo después.
De a poco fue cambiando su forma de decirme las cosas, si usaba mucho el celular se enojaba y me decía que “dejara de romper los huevos”, si tenía sueño y no quería tener sexo, me hacía una escena y me decía que se aburría conmigo y que así la relación no iba a funcionar. Que yo tenía que entretenerlo, porque él es una persona muy activa. No me perdonaba ni los días que tenía facultad y laburo y que volvía muerta. Poco a poco fui obligándome a tener relaciones con él cuando no quería tenerlas en absoluto, porque me daba miedo que me dejara. Cada tanto, a pesar de pasar buenos momentos juntos, empezaba a actuar raro y se distanciaba de mí. Cuando le preguntaba, me decía que era porque yo nunca proponía ninguna salida ni ninguna actividad. Pero cuando se las sugería, me decía que eran una mierda. “Esas películas y obras de teatro que le gustan a las pendejas como vos… Por favor, bebé, estás saliendo conmigo, pensá un poco”. Me sentía muy estresada por las constantes críticas que me hacía, exhausta por sus comentarios machistas. Por ejemplo, me repetía siempre que yo “no podía eructar, ni tener gases y que, para él, yo ni siquiera me depilaba porque NO tenía pelo, era lampiña”, que “tenía que ser lo más femenina posible para mantener el erotismo en la pareja”. Si veíamos a una mina que se reía fuerte, que gritaba al hablar, que caminaba de manera “machona” o que escupía en la calle, enseguida me miraba y me decía “nunca seas ni te comportes así, es causal de divorcio, si hicieras eso no se me para la pija nunca más”.
En mi propio cumpleaños me obligó a irnos temprano, porque no toleraba estar con mi familia. Nos fuimos después de que me insistió en que ya habíamos pasado el tiempo suficiente, y dejamos a mi familia y amigos colgados en medio de la reunión. Ese mismo día de mi cumpleaños, él había conocido a mi abuela. Mi abuela sufrió abusos y violaciones desde los 5 años de edad y contaba que le daba miedo ser violada a pesar de tener más de 80 años. Dante, mi novio, a pesar de conocer muy bien su historia, delante de todos le contestó: “Señora, si a alguien de su edad la violaran se tendría que poner contenta”.
Mis amigos no lo aguantaban ni él a ellos, y eso generó que me alejara de mucha gente de mi entorno. Él tenía un apodo despectivo para cada uno de ellos, cosa que me dolía, pero que por algún motivo llegaba un punto en que me rendía y lo dejaba hacerlo de todos modos. A una de mis amigas, por ser virgen, la llamaba “himen”, a modo de gracia, a pesar de que le pidiera que no lo hiciera. También solía decirme en la cara, como si nada, que mi familia le daba vergüenza ajena.
Cuando me despidieron de mi trabajo, él me consiguió uno sin que yo se lo pidiera, lo que fue un gran gesto de su parte, pero enseguida empezó a utilizar ese hecho a su beneficio. A partir de ese momento, yo empecé a callarme todavía más cosas porque cada vez que me enojaba o intentaba decirle algo que a él no le gustaba, me decía que no tenía derecho ya que él se la jugó por mí y me consiguió un laburo. Intenté defenderme diciendo que yo también hacía cosas por él, que a lo mejor no eran las mismas por mi corta edad, pero que también valían. Nunca me las reconoció.
Este verano, sintiendo mucho malestar ya que él se había agarrado el hábito de dejarme cada vez que nos peleábamos, se me ocurrió revisarle el celular mientras se bañaba. Encontré miles de mensajes de él con otras mujeres, charlas eróticas que mantuvo durante casi todo nuestro noviazgo y que a veces las tenía incluso conmigo durmiendo en la habitación de al lado. Se levantaba de madrugada, me dejaba durmiendo y se iba a la computadora a ver qué minita se podía levantar. Cuando le pedí explicaciones, reaccionó muy mal y me dio un sermón por “invadir su intimidad”. Pero como vio que yo iba a terminar con la relación, se puso a llorar, no me dejó volver a mi casa y me mantuvo con él toda la noche hablándome de lo importante que era en su vida, otra vez, y me hizo propuestas de matrimonio y de tener hijos.
Lo perdoné. Probablemente el error más grande que cometí en todo el tiempo que estuvimos juntos.
Estuvimos 1 mes sin que yo pudiera superar los celos y el miedo que me daba que eso se repitiera. A él le duró dos días “la culpa”, y empezó a maltratarme otra vez y a amenazarme con cortar la relación, ya que “él podía tranquilamente encontrar a una minita que cogiera mejor que yo”.
Volví una y otra vez a ver que él se seguía hablando con pendejas, pero él negaba que fueran conversaciones fuera de lugar y me decía que no tenía derecho a preguntarle quién era tal o cual. Que otro tipo, en su lugar, con todo lo que yo lo hostigaba y lo asfixiaba, me daría una patada en el orto y le daría un final físicamente violento a la relación. Que valorara que él se comportaba como un “ser humano racional” y no me hacía eso, pero que lo merecía.
La última semana de nuestra relación, dados los maltratos y la frialdad con la que me trataba, volví a revisarle el celular, se dio cuenta y me dejó. Yo, totalmente obsesionada con la relación, no dejé de llamarlo durante 3 días hasta que finalmente acepté terminar con la pareja. Su último mensaje fue que no le hablara nunca más y que no le rompiera las pelotas. Y me había decidido a no hacerlo. Pero 16 horas después, me llamó él. Me dijo que me amaba mucho y que quería salir a cenar conmigo. Me mandó muchísimos mensajes hasta que acepté verlo. Pasamos la noche juntos y al otro día se enojó porque lo vi hablando con una chica por facebook. Me echó de la casa y cortó, nuevamente la relación. Ahí hice un quiebre y empecé a darme cuenta de las cosas.
Para que no me hablara más, escribí un estado en mi facebook personal contando lo que sucedía. Yo sabía que él iba a volver a llamarme cuando se aburriera, y yo me había dado cuenta de que no era capaz de decirle que no.
A raíz de eso, miles de compañeros me contaron cosas sobre él, muchas mujeres me confesaron que él les escribía mensajes y que no sabían que yo era su novia. Lo más grave de todo, fue cuando uno me contó que Dante solía levantarse pendejas que iban a la tribuna de 678, y que una vez terminado el programa, se las chapaba en algún lugar del canal. Que en algunos casos, se trataba de chicas de 17 años o menos. Yo le había visto mensajes con chicas menores de edad, pero no creí que fuera capaz de concretar algo con ellas. Me generó un vacío que ahora mismo no creo poder superar nunca.
Me culpo una y otra vez por aguantar tantas cosas, tanto tiempo. Tantas humillaciones, tantas veces que tuve relaciones sin quererlas, me duelen cosas simples como no haber podido dormir cuando quería dormir por miedo a sus enojos. Me hizo sentir la mina menos atractiva del planeta, ya que solía decirme que sino iba al gimnasio, sino teníamos el sexo que él quería, sino aceptaba hacer tríos con otras mujeres, sino sugería actividades interesantes, se iba a aburrir de mí.
No sabía si contar mi historia, ya que, por suerte, yo no llegué a sufrir violencia física. Pero quería hacerlo porque quiero prevenir a otras chicas, quiero que sepan que que alguien te trate así no es normal, no importa si el tipo es más grande, si es reconocido públicamente o si es un don nadie. Si alguna pasó por lo que pasé yo, no lo permitan, no lo justifiquen, no lo repriman. Yo me sentí mal miles de veces y me destruí a mí misma tratando de explicar lo que no tenía justificación. Puedo asegurar que, sino fuera por mis amigos y familiares, muchas de las cosas que me hizo no las recordaría, porque realmente me esforcé en dejarlas pasar por alto.
Este caso es irónico ya que Dante milita y participa en actividades en contra de la violencia a la mujer y hasta ha escrito artículos al respecto en colaboración con agrupaciones feministas. Se reunía hace años con un grupo de mujeres militantes a las que él llamaba “las tortas”. Me repitió durante toda nuestra relación que, sin su apoyo, yo no hubiera podido hacer nada de lo que hice, ni siquiera entrar a la facultad.
Denigró a periodistas y diputadas de nuestro partido político diciendo que no tenían méritos propios y que llegaron a donde llegaron por chupar la pija adecuada.
NO permitamos esto.
Yo me decidí a hacer terapia y desde la primera sesión me dejaron en claro que yo permití que me cosificaran y que era un caso muy común. Me decidí a militar en espacios feministas que me ayuden a entender mejor lo que me pasó y a prevenir que a otras les pase lo mismo.
Gracias de verdad a este grupo por el espacio y por todo el trabajo que hacen para que se deje de naturalizar la violencia verbal y psicológica hacia la mujer.
Abrazo enorme.